La primera vez que pisé su casa/estudio me invadió una necesidad de rebuscar en todas partes, hasta el último rincón -él lo llamó cotillear y se resignó con una facilidad pasmosa-, como si fuera a encontrar un tesoro debajo de cada papel y detrás de cada tela. La segunda vez no le quedó más remedio que regalarme la acuarela que acababa de terminar, a sabiendas de que para mi verdaderamente aquello era un tesoro.
Hoy no hablamos de México porque Luis ahora no está allí, ni voy a ponerme a contar cosas que tengo ya acumuladas sobre este viaje. Hoy simplemente quería dejar aquí unas palabras de ánimo en unos momentos difíciles que espero pasen pronto para que volvamos a ver sus alas desplegadas y dejándose llevar por el viento.
Dejo también una canción que, aunque no es de su disco favorito, tiene la misma magia.
Espero que este momento delicado, pase pronto, muy pronto.
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